7 de agosto de 2009

Sabor a Tabaco y Alcohol

En la oscura sala, en mitad de un confuso laberinto de humo y difusas luces, rebotaban de un lado a otro las canciones típicas que uno podía oír en cualquier canal de radio. No era mi música favorita, la verdad, pero bueno, como mínimo se puede decir que era bailable. Además tampoco era mi día. No. Se trataba de la boda de mi prima y lo importante era que nos lo pasaramos bien. Y acerca de eso, no tenía nada que objetar.

Me encontraba en medio de un grupo, con algunos miembros más de nuestra familía y algún que otro amigo y amiga de los novios bailando, al menos divirtiéndonos simulandolo, una canción española de artista indefinido. No lo negaré, a mi oído, la mayoría de los grupos actuales se parecen mucho, y a esas horas más.

Entonces, el DJ cambió de estilo de música, sorprendiendonos con Mariacaipirinha de Carlinhos Brown. Esa canción con la que Clos montó esa especie de carnaval ambulante por las calles de Barcelona. No tenía ni idea de como se bailaba, pero de lo que se trataba era de pasarselo bien, asi que, ni corto ni perezoso, empecé a moverme, intentando que fuera lo más cercano al ritmo de la música que podía.

Entonces se acercó ella. No sé bien quién era. Nunca la había visto antes. Nunca hasta que durante el baile anterior se juntó con nuestro pequeñó grupo. La cuestión es que se acercó a mí, a apenas medio palmo de mi rostro y se pusó a bailar conmigo.

Su cara me llamó mucho la atención, sobre todo su boca y sus dientes, que le daban una sonrisa peculiar, característica, que junto con su largo pelo moreno, hacían que tuviera un enorme parecido con una joven Paz Vega.

La cuestión es que la chica empezó a moverse de manera frenética y sensual. Quizás en parte esperando que me amedrentara. Pero no lo hize. No, esa noche. En lugar de eso, hice todo lo que estaba dentro de mi escasa capacidad para seguirle el ritmo. En medio de uno de los movimientos, nuestras caras quedaron separadas por apenas unos escasos centímetros y entonces, ocurrió.

Su labios chocaron con fuerza contra los míos y su lengua penetró con fuerza dentro mi boca, buscando la mía. Durante un segundo, un largo segundo, no supe que hacer a continuación, como reaccionar. Pero, como si notara mi duda, ella actuó por mí y sus brazos rodearon mi cuerpo, mientras sus labios no paraban de moverse con fuerza y su lengua se frotaba con la mía, llenandome la boca de naranja con un leve toque de vodka.

Finalmente, mis ojos se cerraron y mi mente se entrego al tibio placer de sus labios y a su sabor a tabaco y alcohol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario