Me encuentro en una fiesta, rodeado de gente extraña a la que no conozco, aunque por alguna extraña razón, tampoco me resultaba del todo desconocida. A la única que conozco es mi acompañante, una chica a la que conocí hace unas dos semanas en un curso de teatro y que además estaba durmiendo en una cama al lado de la mía, con nuestras manos cogidas. De repente, en mitad de la fiesta, ella desapareció. Quedándome yo sólo, en mitad de esos desconocidos familiares.
Entonces, veo que ella se encuentra sola en otro lugar, parecido a un casino, sentada en una mesa, esperando para empezar a tomar parte en algún tipo de juego de azar, esperándome a mí. No sé porque, pero lo sabía.
La fiesta en la que me encontraba era un completo rollo, muy sosa, pero me costaba una enormidad decidirme a irme hacia donde ella estaba. Aunque, finalmente, tomé una decisión.
Salí de aquél lugar y llego a una gran sala, toda llena de mesas con chicas esperando con el mismo juego que ella a punto de empezar. Algunas de ellas me eran familiares, otras no, pero ninguna se trataba de ella. Y, mientras buscaba, encuentro un puerta entreabierta y, en cierta manera, iluminada. Una parte de mí temía atravesarla, pero sin dudarlo, ni hacerle caso me dirijo hacia ella y empiezo a abrirla.
Suena un móvil. Despierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario