El cuerpo destrozado de Viktor quedó por algún tiempo al pie del árbol y, ya cuando empezaban a acercarse las fieras y las aves de rapiña para devorarlo, llegó allí la Loba Plateada, estremeciéndose al ver el estado del cuerpo.
- ¡Pobre zarévich Viktor! ¡Apenas te dejé, te sobrevino una desgracia! Es menester que te auxilie una vez más.
Ahuyentó a los pájaros y fieras que rodeaban ya el cuerpo del joven y se escondió detrás de un zarzal. Al poco vio venir volando a un cuervo que, acompañado de sus pequeñuelos, venía a picotear en el cadáver; cuando pasaron delante de él, saltó desde el zarzal y se abalanzó sobre los pequeños. El Cuervo Padre empezó a gritarle.
- ¡Oh, Loba Plateada! ¡No te comas a mis hijos!
- Los despedazaré si no me traes en seguida el Agua de la Vida y el Agua de la Muerte.
Elevó el vuelo el cuervo Padre y se perdió de vista. Al tercer día, regresó trayendo dos frascos con él. Entonces, la Loba Plateada hizo pedazos a uno de los cuervecitos y lo roció con el Agua de la Muerte y, al momento, los pedacitos volvieron a unirse; cogió el frasco del Agua de la Vida, lo roció igualmente con ella y el cuervecito sacudió sus plmas y echó a volar. Entonces, la Loba Plateada repitió con el zarévich la misma operación de rociarlo con las dos aguas, que lo hicieron resucitar y levantarse.
- ¿Cuánto tiempo he dormido?
- Habrías dormido eternamente si yo no te hubiese resucitado. Tus hermanos, después de matarte, hicieron pedazos tu cuerpo. Con las plumas del Pájaro de Fuego, la anciana logró salvar a tu padre. Pero he venido a buscarte porque tu hermano Dmitriy está a punto de casarse con Elena la Bella y tu padre, el zar, cederá todo su reino a tu hermano Borislav a cambió del Caballo de las Crines de Oro y del Pájaro de Fuego. Pero, móntate sobre mi lomo, que en un abrir y cerrar de ojos te llevó al palacio para que hagamos justicia.
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