Por cerca que esté de ella, incluso aunque la esté tocando, no puedo evitar sentir que hay un abismo entre los dos. El fantasma de aquello que quiero decirle pero no me atrevo habita en el espacio entre los dos. Me pregunto si es capaz de notarlo, si le ocurre algo parecido, si esa sensación extraña que tengo a veces es su fantasma.
Mientras hablamos, bromeamos, me falta el coraje, me puede la vergüenza y esas palabras no salen de mi boca, a veces, ni llegan a formarse. ¿Cómo expresar aquello que ni yo sé lo que es?
Mantengo la sonrisa y el buen ánimo, no sin conseguir evitar del todo que me afecte el peso de palabras no pronunciadas.
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