25 de febrero de 2011

A Mi Manera

(My Way, Paul Anka & Frank Sinatra)

Y ahora, que el fin se acerca,
y encaró el telón final,
amigo mío, lo diré claramente,
dejaré claro mi caso, del cual estoy seguro.

He vivido una vida llena
recorrido todas y cada una de las autopistas.
Y más, mucho más que eso,
lo hice a mi manera.

Remordimientos he tenido algunos
pero demasiado poco para mencionarlos.
Hice lo que tenía que hacer
y llegué al final sin excepción.

Planeé cada movimiento,
cada cuidadoso paso en el camino.
Y más, mucho más que eso,
lo hice a mi manera.

Sí, hubo veces, estoy segura que lo sabes,
donde mordí más de lo que podía masticar.
Pero, a pesar de eso, cuando hubo dudo,
lo escupí, me encaré a todo
me planté firme y lo hice a mi manera.

He amado, he reído y llorado.
He tenido mi cupo, mi ración de pérdidas.
Y ahora que las lágrimas desaparecen
lo encuentro todo tan divertido.

Y pensar que yo hice todo eso
y debo decir que no con timidez.
Oh no, oh no, no yo.
Lo hice a mi manera.

Porque, ¿qué es un hombre? ¿qué tiene?
si no se tiene a sí mismo, no tiene nada.
Poder decir las cosas que realmente siente
y no las palabras de uno que se arrodilla.
Las pruebas muestran que aguante los golpes
y lo hice a mi manera.

Sí, fue a mi manera.

(In Memoriam David Climent)

24 de febrero de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (V)

Cuando llegaron al reino del zar Afrón, la Loba Plateada se revolcó en el suelo y se quedó transformada en la joven Elena la Bella; y mientras que Viktor se presentaba ante el zar con la fingida infanta, la verdadera se quedó en el bosque esperándolo.

Se alegró grandemente el zar Afrón al verlos llegar, e inmediatamente le dio el caballo prometido, despidiéndolo con mucha cortesía.

Viktor montó sobre el caballo, tras quitarle la brida que lo aprisionaba, llevando consigo a Elena y se dirigieron hacia el reino del zar Dolmat para conseguir la Pájaro de Fuego con el que salvar a su padre.

Mientras tanto, la Loba Plateada seguía viviendo en el palacio del zar Afrón. Pasó un día, y luego otro, y un tercero, hasta que al cuarto le pidió al zar permiso para dar un paseo por el campo. Consintió el zar y salió la supuesta Elena acompañada de damas y doncellas; pero de pronto desapareció sin que las que la acompañaban pudieran decir al zar otra cosa sino que se había transformado en una enorme loba grisácea.

Viktor seguí su camino, cuando sintió una punzada en el corazón.

- ¿Dónde estará ahora mi salvadora, la Loba Plateada?

Y, en el mismo instante, se le presento ésta delante.

- Aquí me tienes. Siéntate, zarévich Viktor, si quieres, en mi lomo.

Pusiéronse los cuatro en marcha y, por fin, llegaron al reino del dolmat. Cerca ya del palacio, habló Viktor.

- Amiga mía, óyeme y hazme, si puedes, un último favor. Quisiera que el zar Dolmat me entregase el Pájaro de Fuego sin tener necesidad de desprenderme del Caballo de las Crines de Oro. Ahora que ha sentido lo que es la libertad, no soporto la idea de que lo vuelvan a encerrar.

Tras mirarlo a los ojos un segundo, la Loba se transformó en caballo.

- Llévame ante el zar Dolmat y recibirás el Pájaro de Fuego.

23 de febrero de 2011

Lágrimas Agridulces

Tú te marchas,
a cumplir tus sueños.
Yo me quedo,
echándote de menos.
De mis ojos brotan
lágrimas agridulces.

Saben dulce pues
sé que serás feliz.
Es lo que quieres ser,
lo que quieres hacer,
y yo no quiero ser
quién te lo impida.

Saben agrias pues
yo no te sentiré a mi lado.
Cuando despierte
tu hueco en la cama
estará vacío de ti.
Sé que es egoísta
lo que siento,
pero aún así es verdadero.

Un aeropuerto donde
tanta gente se reencuentra,
pero nosotros nos despedimos,
quizás para siempre.
No hagamos promesas vacuas,
que no podemos cumplir.
Simplemente quiero estar
con mis lágrimas agridulces.

22 de febrero de 2011

Ecos de Pisadas Etéreas

Con paso lento, subo las escaleras. Me siento cansado, mucho. Agotado, en realidad. Pero no puedo detenerme, quedarme sin actuar. La verdad es que nunca se me ha dado bien lo de quedarme quieto, esperando que otros hagan el trabajo y resuelvan los problemas.

Es sólo que, hay momentos, como ahora, donde la carga parece excesiva, donde aparecen las dudas y, no sin algo de amarga malicia, una parte de mí se cuestiona el porqué de mis acciones. ¿Por qué no hago como el resto de gente y me quedo sentado esperando que alguien se haga cargo de la situación? Sonrío cuando estos pensamientos cruzan por enésima vez mi mente. La respuesta es simple, muy simple. Lo hago porque así es como soy, y aunque a veces no puedo evitar desear no ser así, la verdad es que me gusta.

Sólo que, en momentos como éste, desearía tanto tener alguien a mi lado que me ayudase a compartir esta pesarosa carga. Alguien en quién poder confiar mis sueños y mis pesadillas, mis ilusiones y mis miedos. Supongo que nunca he dejado de ser un soñador iluso.

Ante este pensamiento, vuelvo a sonreír, con cierta amargura, mientras recorro el pasillo, imaginándome a esa compañera junto mí, oyendo los ecos de pisadas etéreas.

20 de febrero de 2011

Estampida

(Estampida, Mikel Erentxun y las Malas Compañías)

Dejo encendido el televisor
desde que empieza a anochecer
hasta que araña nuevamente el sol,
el objetivo es no pensar,
no pensar en ti,
ni un segundo en ti,
verte dormir
y no pensar en ti.

He encontrado un buen lugar
en la oscuridad.

Viejas series de reposición,
horas de publicidad,
el insomnio es un documental
sobre la caza mayor.
Ella se alejó
y yo me alejé
sin movernos de aquí.
He encontrado un buen lugar
en la estampida.
En la estampida.
Estampida…
Estampida…

19 de febrero de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (IV)

No sabemos lo que duraría este viaje, pero sí que, al fin, se paró la gran Loba frente a una gran verja dorada que cercaba el jardín del palacio donde vivía Elena la Bella. Al detenerse, habló así a Viktor.

- Esta vez, voy a ser yo quien haga todo, zarévich Viktor. Espéranos a la infanta y a mí en el prado, al pie del roble verde.

Viktor obedeció y la Loba saltó por encima de la verja, escondiéndose entre unos zarzales.

Al atardecer, salió Elena la Bella al jardín para dar un paseo acompañada de sus damas y doncellas, y cuando llegaron junto a los zarzales donde estaba escondida la Loba Plateada, ésta les salió al encuentro, cogió a la infanta, saltó la verja y desapareció. Las damas y las doncellas pidieron socorro y mandaron a los guardianes que persiguieran a la Loba Plateada. Ésta llevó a la infanta junto a Viktor.

- Móntate, zarévich Viktor. Coge en brazos a Elena la Bella y vámonos en busca del zar Afron.

Viktor, al ver la sonrisa inocente que se dibujaba en el rostro de Elena mientras cruzaban velozmente prados y bosques, se le desgarraba el corazón al pensar que tenía que dejársela al zar Afrón, y sin poderse contener rompió en amargo llanto.

- ¿Por qué lloras? - le preguntó entonces la Loba Plateada.

- ¿Cómo no he de llorar si para salvar a mi padre tengo que quitarle la libertad a Elena ahora que empieza a disfrutar de ella?

- Pues escúchame. - le contestó la Loba - Me transformaré en ella y tú me llevarás ante el zar. cuando recibas el Caballo de las crines de Oro, márchate inmediatamente con ella. Y, cuando pienses en mí, volveré a reunirme contigo.

18 de febrero de 2011

Vuelta a la Rutina

Por fin llegó el lunes y, con él, un soplo de normalidad en la vida de Sèbastien. Atravesadas las puertas de acceso al edificio, se detuvo, regalándose unos segundos para sentir el entorno, el ambiente. Incluso, si se esforzaba, le parecía ser capaz de oler el polvo acumulado durante siglos en los pasillos de esa vetusta universidad. Retomó el paso, dirigiéndose al segundo piso.

Al llegar frente al despacho de los becarios del Departamento de Filosofía Práctica, su mano se detuvo a medio camino del pomo de la perta, dándole unos segundos antes de volver a su puesto de trabajo. Sin dilatar más la espera, alargó el brazo y giró el pomo de la puerta.

En el interior del despacho compartido, sentado en su mesa sólo se encontraba Mateo que tras levantar la mirada un segundo al abrirse la puerta volvió a dirigirla a los papeles que tenía en la mesa. Sèbastien ignoró como siempre el comportamiento altivo del español y se dirigió a su mesa. Éste siempre tratabas a los demás con prepotencia. Con tan sólo veinte años ya era profesor adjunto y consideraba que eso lo situaba un escalón por encima de sus compañeros. La verdad es que su pedantería agotaba a Sébastien, Mateo parecía incapaz de pronunciar una frase sin mencionar algún obscuro autor o intentar mostrarse superior intelectualmente a su interlocutor.

Ya sentado, Sébastien empezó a revisar los papeles que llevaban una semana ya en su mesa. Tenía que ponerse las pilas, pues se pronto se le acaba el termino para entregar las notas de los exámenes. Dadas las circunstancias, suponía que nadie se quejaría si se demoraba unos días, pero su sentido del deber le podía. Entonces, se abrió la puerta que conectaba a una pequeña habitación que usaban de archivo y entró Valeria.

Sébastien se quedó mirando a la italiana mientras ésta cruzaba la habitación sin dirigir palabra a ninguno de los dos. Por el rabillo del ojo, no se le escapó que Manuel también desvió su atención de los papeles. Pero es que Valeria era simplemente espectacular. Alta, voluptuosa, de larga melena rubia y penetrantes ojos color turquesa, tenía el cuerpo de una modelo. Y los aires de una princesa mimada. Pese a apenas hacer caso de sus dos compañeros masculinos, Sébastien no dudaba que muchas veces sus poco recatados vestidos los llevaba porque le encantaba la atención recibida, como los hombres la deseaban sin atreverse a acercarse. Centró de nuevo la mirada en los papeles, pero la imagen mental de una Valeria desnuda y jadeante, tumbada encima de su mesa no paraba de distraerle la atención, hasta el punto de que no oyó abrirse la puerta del despacho.

- Sébastien, ya has vuelto. ¿Cómo te encuentras? - la voz tenía un fuerte acento alemán.

Con una sonrisa, el francés levantó la vista. Margareta. Cuando uno la veía, parecía difícil creer que fuese alemana, tanto se diferenciaba del estereotipo de mujer germana. Margareta apenas pasaba del metro y medio, llevaba bastante corto su pelo oscuro y tras unas viejas gafas, se veían unos ojos castaño oscuro. La única de sus compañeros que parecía conservar su humanidad. Y de hecho, parecía tener la de los tres. Mateo solía hacer broma pesadas a costa de su ingenuidad y Valeria se reía de su inocencia, pero Sébastien siempre intentaba defenderla. La verdad es que le daba algo de lástima. A veces, le hacía pensar en un cachorrito abandonado.

17 de febrero de 2011

Ella Sólo Tiene 18

(She’s Only 18, Red Hot Chili Peppers)

Sólo tiene dieciocho,
no le gustan los Rolling Stones.
Tomó un atajo
a la plena madurez.

Tiene ese anillo del humor,
una pequeña rosa hermana,
el olor de Springsteen,
un par de medias.

Este show de animación
se vierte desde una silueta.
Ella dijo, tío, sabes
que es hora de que tus dedos se humedezcan.
Tu jadeo se acelera
cuando no te puedes permitir un cigarro.
Lo último que oí de ti,
eras gritando ‘puedo con ello’.

Noquea al mundo a tus pies,
 golpea directo a su cabeza.
El libro del amor llevará tiempo
riendo cuando tú hayas muerto.
Fascinado por tu apariencia
y por lo que se dijo.
Actúa para todas
las mentes brillantes y que se haga la luz.

Escuché algo de P-Funk
estando en la carretera de nuevo.
Revisar tu cabeza,
es lo que te recomiendo.

Está en tu sangre,
un perfecto Frankenstein.
Cerca de ese solitario pino,
te haré mía.

Se entiende que enredaste
tu vudú alrededor de mi cuello.
Tienes purpurina en tu
cuerpo en la discoteca.
Pondré mi amor en tu horno,
ni una cabeza que contar.
Lo último que oí de ti,
eras gritando ‘resucita’.

Noquea al mundo a tus pies,
 golpea directo a su cabeza.
El libro del amor llevará tiempo
riendo cuando tú hayas muerto.
Fascinado por tu apariencia
y por lo que se dijo.
Actúa para todas
las mentes brillantes y que se haga la luz.

15 de febrero de 2011

14 de Junio de 1992

El olor a pólvora llenaba la habitación e invadía los sentidos de Jack. Éste cerró los ojos y respiro hondamente, absorbiendo ese peculiar aroma. Le hacía sentir vivo, lo ponía en movimiento; pero, sobretodo, le devolvía los recuerdos de porque hacía lo que hacía.

Abrió de nuevo los ojos y miró a Doyle, de treinta años y la piel curtida por su trabajo en los muelles. Éste asintió al resultado del trabajo de Jack, lo que levantó su ánimo. Doyle era increíblemente parco a la hora de mostrar su agrado o que alguien había hecho un buen trabajo. Con orgullo, Jack bajó la mirada a su pequeña obra. Encerrada dentro de un ligero cilindro fácilmente transportable había suficiente carga explosiva como volar un edificio de dos plantas. Mientras lo guardaba en la mochila, empezaba ya a imaginarse las llamas que provocaría la explosión.

Los otros integrantes del grupo iban saliendo de la habitación, algunos de ellos, otros adolescentes de la edad de Jack movían los labios mientras rezaban alguna plegaria en busca de consuelo y de algo que les proporcionase una forma de luchar contra sus nervios y miedos.

Mientras salía, lo único que conjuraba la mente de Jack era la imagen de su madre moribunda atrapada bajo las vigas.

14 de febrero de 2011

Quiero Creer en Cuentos de Hadas

Quiero creer en cuentos de hadas,
quiero creer en finales felices,
quiero creer en buenos que ganan
y en malos que fracasan.

Quiero creer en príncipes y princesas
que cuando todo parece estar perdido
aparecen para salvar el día.

Quiero creer en brujos y brujas
que no esconden sus malas intenciones
tras dulces mentiras.

Quiero creer en ranas y sapos
que al recibir amor y cariño
se transforman en personas.

Quiero creer en historias
donde los sentimientos son de verdad
y todo lo pueden.

Quiero creer en héroes y heroínas
que luchan siempre hasta el final
y nunca dudan.

Quiero creer en dragones y ogros
que pueden ser derrotados
si uno persevera.

Quiero creer en hadas y espíritus
que recompensan las buenas acciones
y la nobleza de corazón.

Quiero creer en cosas imposibles de creer,
como en el amor.

13 de febrero de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (III)

Y más rápida que el viento, se lanzó la Loba Plateada, llevando sobre sus lomos a Viktor. Por la noche, se hallaban ya ante las caballerizas del zar Afrón y, de nuevo, la Loba le habló a nuestro héroe.

- Entra en esta cuadra. Los mozos estarán durmiendo profundamente ya. Saca de ella al Caballo de las Crines de Oro; pero no vayas a coger la rienda, que también es de oro, porque si lo haces tendrás un gran disgusto.

Viktor entró con gran sigilo, desató el caballo y vio la rienda que estaba mucho más prieta de lo que debería y deñaba al animal, así que, sin poder contenerse, alargó la mano con intención de quitársela. No bien la hubo tocado cuando, por doquier, empezaron a sonar cascabeles y campanillas. Los mozos guardianes se despertaron, cogieron a Viktor y lo llevaron ante el zar Afrón, que gritó al verlo.

- ¡Dime de qué país vienes y cuál es tu origen!

Viktor contó nuevamente su historia, a la que el zar replicó.

- ¿Y te parece bien robar caballos siendo hijo de un zar? Si te hubieses presentado ante mí, te hubiera regalado el Caballo de las Crines de Oro, pero ahora tendrás que ir lejos, muy lejos, a mil leguas de aquí, a buscar a la infanta Elena la Bella. Si consigues traérmela, te daré el caballo. Si no, no te la daré.

Prometió poner en práctica la voluntad del zar y salió cabizbajo. Al verlo, la Loba Plateada le habló.

- ¡Ay, zarévich Viktor! ¿Por qué me has desobedecido?

- He prometido al zar Afrón - contestó sin levantar la mirada - que le traeré a Elena la Bella. Es preciso que cumpla mi promesa, porque si no, no conseguiré tener el caballo.

- Bien, no te desanimes, que también te ayudaré en esta nueva empresa. Móntate otra vez sobre mí y te llevaré allá.

Se montó de nuevo Viktor sobre la Loba, que salió disparada como una flecha.

12 de febrero de 2011

Otras Vidas

No soy un fulano
con la lágrima fácil,
de esos que se quejan
sólo por vicio.
Si la vida se deja
yo le meto mano
y como, además,
sale gratis soñar
con un poco de imaginación
partiré de viaje enseguida,
a vivir otras vidas,
a probarme otros nombres,
a colarme en el traje y la piel
de todos los hombres
que nunca seré.

Mafioso en Palermo,
mercenario en África,
escultor en Firenze.

Explorador en el Amazonas,
soñador en París,
trompetista en Nueva Orleans.

Estudiante en Japón,
deportado en Siberia,
estrella de televisión.

Nómada en Mongolia,
domador de leones,
mejor tiempo en Le Mans.

Croupier en Las Vegas,
beso en tu piel,
taxista en Londres.

Ídolo del fútbol,
cronista de guerra,
pianista de un crucero.

Pero si me dan a elegir,
entre todas las vidas,
yo escojo
la del cantante maldito
con la voz rota,
con sonrisa ladina,
con cara de bribón,
el viejo truhán, poeta
de calles vacías.

Vaquero en el Oeste,
insumiso en el cielo,
dueño de un burdel.

Tatuaje en tu espalda,
tenor en Rigoletto,
monje en el Tibet.

Bongosero en la Habana,
escritor sin futuro,
Casanova en Venecia.

Polizón en tu cama,
guapo en un culebrón,
marinero en Marsella.

Vocalista de orquesta,
detective en apuros,
espía en Alemania.

Amante en tus sueños,
suicida en el viaducto,
ángel redentor.

Pero si me dan a elegir,
entre todas las vidas,
yo escojo
la del cantante maldito
con la voz rota,
con sonrisa ladina,
con cara de bribón,
el viejo truhán, poeta
de calles vacías.

(Homenaje a Joaquín Sabina)

11 de febrero de 2011

Gaeilge Seoladh Riomhphoist

El grupo de cinco personas empezamos a descender la ladera de la montaña hacia la pequeña población que ocupa el estrecho valle y que tenemos que cruzar para llegar a nuestro destino. Adónde nos dirigimos o la razón de nuestro andar se me escapan, igual que la identidad de la gente que camina junto a mí. Los conozco, de eso estoy seguro. De hecho, sé que les conozco bien, es sólo que, bueno, ahora mismo no sé quiénes son. Hasta el punto de que no sé si se trata de hombres o mujeres, aunque creo que de los cuatro, dos o tres de ellos son hombres. Más allá de eso, no me atrevo a aventurar nada.

Finalmente, llegamos al pueblo y empezamos a cruzar sus calles, cuando por alguna razón que se me escapa, la única manera de proseguir en nuestro camino es a través de las casas, que forman una especie de muralla entre dos partes del pueblo. Ni cortos, ni perezosos, abrimos las puertas de una de las casas y entramos con total tranquilidad, encontrándonos en el salón de estar a una pareja en la treintena que sin mostrar sorpresa alguna nos indica que para proseguir, debemos subir al segundo piso y recorrer el pasillo que conecta con otra casa. Sin más demora, subimos las escaleras de ese casa de paredes color salmón y abrimos una pesada puerta de madera gastada que daba paso a un pasillo en las paredes del cual, la pintura estaba envejecida y se respiraban ciertos rastros de moho.

Varios metros después, nos aguardaba otra puerta, similar a la anterior y, tras abrirla, entramos en el salón comedor, de paredes beige, de otra casa. De pie, una mujer rubia de cuarenta y pico años sostiene en brazos a una niña, rubia también, de alrededor de un año. Cerca de ellas, sentada en un sofá y viendo la televisión se encuentra una joven de pelo pajizo. Al entrar en la escena, la niña se me queda mirando y me dirige una gran sonrisa de ángel. Sin dudarlo, me acerco a ella y empiezo a jugar con ella, mientras el resto de mis compañeros de viaje se lanzan hacia la joven del sofá.

La mujer de mediana edad, me mira con una sonrisa y me acerca a la niña para que la sostenga en brazos. La cojo con suavidad pero de manera firme y, mientras pasó una mano por su cabello, levanta su mirada hacia mí y clava sus ojos azules en los míos. Unos ojos de un azul profundo idénticos a los de mi sobrina. Por mi lado, pasan el resto de compañeros decididos a proseguir el viaje, así que dándole las gracias, retorno a la niña a la mujer de mediana edad y, cuando me giro para irme yo también, alguien me llama por detrás.

Vuelvo a girarme y me encuentro con que la joven se ha levantado del sofá y se acerca a mí. Ahora que la veo de cerca, me doy cuenta de que no es tan joven como parecía, debe tener más o menos mi misma edad. Sus facciones suaves y su sonrisa no me son desconocidas, pero no acabo de tener claro a quién me recuerdan. Con un papel y dos bolígrafos en la mano se acerca hasta mí y me propone de que nos intercambiemos las direcciones de correo electrónico. La situación me hace gracia y accedo. Parte en dos el papel y cada uno cogemos uno de los bolígrafos y nos ponemos a escribir. Acabada la tarea, nos pasamos los papeles y, cuando vemos la dirección del otro, al unísono nos ponemos a reír. Ambas direcciones están en gaélico. Volvemos a dejar los papeles en la mesa y nos miramos mientras seguimos riendo.

Abre la boca para hablar, cuando del piso de abajo llegan los gritos de mis compañeros llamándome.

Despierto.

10 de febrero de 2011

Por Ti

Sin dudarlo, 
por ti, 
ascendería a la más alta cumbre, 
atravesando un mar de nubes. 

Sin temor alguno, 
por ti, 
descendería a los mismo infiernos, 
soportando las más atroces torturas. 

Sin temor alguno, 
por ti, 
me enfrentaría a un ejército, 
encarando sus fieros cañones. 

Sin dudarlo, 
por ti, 
cruzaría los siete mares, 
llegando, si hace falta, al fin del mundo. 

Sin dudarlo, 
por ti, 
plantaría cara a mis miedos, 
enfrentándome a mis demonios. 

Sin temor alguno, 
por ti, 
lucharía contra toda adversidad 
para que tus sueños se hicieran realidad. 

Pero no me pidas 
que, por ti, 
deje de ser yo.

9 de febrero de 2011

Tacto de una Mariposa de Tinta

Seamos honestos, la concentración nunca ha sido uno de mis puntos fuertes. Siempre he sido una persona de esas cuya atención se distraía con facilidad, con el simple vuelo pasajero de una mariposa errabunda. Pero hoy, hoy mi capacidad de atención está alcanzando cotas realmente bajas. O quizás no. Supongo que depende del enfoque.

Pero es que no puedo evitarlo. Lo intento una y otra vez. Centrarme en los diagramas, en las explicaciones, en lo que me cuenta la persona de al lado, en cualquier otra cosa, pero me es imposible. Una vez y otra, y otra, mi atención vuelve, cual alma condenada, hacia ella.

La piel de sus hombros, levemente bronceada y suave al tacto, amenaza con ocupar toda mi mente, impidiéndome pensar en ninguna otra cosa que no sea acercarme hasta ella.

Y en aquellos momentos en los que empieza a parecer que estoy capeando el temporal, que esa pasajera obsesión ha pasado de largo, vuelve a mí el recuerdo de la textura de su piel, la presión de su cuerpo.

Como un dolor fantasma, las yemas de mis dedos reviven el pasado y me llenan de deseo de sentir el tacto de una mariposa de tinta.

8 de febrero de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (II)

Y siguió adelante, un día tras otros, hasta que, de repente, se presentó ante él, una enorme loba de piel plateada, que, en un segundo se abalanzó sobre el caballo y lo despedazó. Viktor, sin dejarse desanimar, siguió su camino a pie y continuó andando, andando hasta que no pudo avanzar más debido al cansancio y al dolor de los pies, y se detuvo a tomar aliento y descansar un momento. Entonces, fue cuando lo invadió una gran pena y rompió en amargo llanto. En ese momento, se le apareció nuevamente la loba plateada.

- Siento, zarévich Viktor, - habló con voz cristalina - haberte privado de tu caballo. Monta sobre mí y yo te llevaré a donde necesites.

Sin pensárselo dos veces, Viktor montó sobre ella y, apenas había nombrado al Pájaro de Fuego, la Loba Plateada echó a correr con la velocidad del viento, sin detenerse en ningún momento hasta que llegó frente un robusto muro de piedra.

- Este muro rodea el jardín en el que se encuentra el Pájaro de Fuego, encerrada en su jaula de oro. Trépalo y, escúchame bien, zarévich Viktor, coge una de sus plumas pero guárdate de tocar la jaula.

No sin esfuerzo, Viktor franqueó el muro y llegó al centro del jardín. Lentamente se acercó a la luz rojiza que procedía del Pájaro de Fuego y se agachó para coger una de las plumas que se encontraba sobre la hierba. Entonces, su mirada se encontró con la del Pájaro que estaba triste de encontrarse encerrado en un lugar tan estrecho. Sin pensarlo, Viktor cogió la jaula para dejarlo libre pero, apenas la hubo tocado cuando sonaron mil campanillas que pendían de infinidad de cuerdecitas tendidas en la jaula. Se despertaron los guardianes del jardín y prendieron al zarévich Viktor, llevándolo ante el zar Dolmat.

- ¿Quién eres? - le habló enfadado - ¿De qué país provienes? ¿Cómo te llamas?

Viktor le contó la historia de la aflicción de su padre.

- ¿Te parece digna del hijo de un zar la acción que acabas de realizar? Si hubiese venido a mí directamente y me hubieses pedido una pluma del Pájaro de Fuego, yo te la habría dado de buen grado; pero ahora tendrás que ir a mil leguas de aquí y traerme el Caballo de las Crines de Oro, que pertenece al zar Afrón. Si lo consigues, te entregaré el Pájaro de Fuego.

Volvió Viktor junto a la Loba Plateada.

- ¡Ay, zarévich Viktor! ¿Por qué no hiciste caso de lo que te dije? ¿Qué haremos ahora?

- No podía dejar al Pájaro de Fuego atrapado en esa jaula. He prometido al zar Dolmat que le traeré el Caballo de las Crines de Oro. Y tengo que cumplirlo, porque si no, no me dará el Pájaro de Fuego.

- Bien. Pues móntate de nuevo sobre mí y vamos allá.

7 de febrero de 2011

8 de Enero de 1999

Después de terminar de anudarse la bandana roja, Jack se quedó mirando su reflejo en el espejo.

Habían sido unos meses difíciles y duros. Ese día no sólo perdió a Aisling, sino que sus tíos, su única familia también perecieron en la explosión. Estaba a punto de sumirse en el abismo del alcoholismo cuando llegó esa llamada, cual salvavidas inesperado.

Le daban una oportunidad. La oportunidad de vengarse.

Algo paranoico, Jack no pudo evitar, en un primer momento, desconfiar de esa información. Pero durante los días siguientes no pudo dejar de pensar que quizás fuese verdad y, de manera concienzuda empezó a investigar por su cuenta.

Por fin, empezó a salir de la apatía en la que llevaba más de un mes sumido. Sólo por eso estaba agradecido con esa persona que se había identificado como ‘su amigo, el comandante Gillroy’.

Pero tras varias semanas, confirmó esa información. Había encontrado a la gente verdaderamente responsable del atentado de Omagh. Su atención, su razón de ser cambió con la velocidad de una centella. Su motivo para seguir viviendo era la venganza.

Las semanas siguientes las dedicó a prepararse para este día. Y por fin había llegado. Se ajustó, por última vez la bandana que le valió el apodo de Redcap y salió del pequeño apartamento.

Era hora de que pagasen.

5 de febrero de 2011

En el Espacio del Batir de Alas de una Mariposa

La verdadera belleza
se encuentra en un instante,
en el espacio del batir
de alas de una mariposa,
en el tiempo de vida
de un suspiro enamorado.

El canto de cisne
de un meteorito moribundo
cruza el cielo
en vuelo fugaz,
rompiendo la monotonía,
iluminando nuestro corazón.

Un instante efímero,
irrepetible e inconmensurable
en el que todo es posible,
donde el asombro reside.

Dejemos de pensar
en un futuro imaginario.
Olvidemos recordar
un pasado estéril.
Cada instante presente,
es lo único verdadero,
la verdadera belleza.
La única belleza.

3 de febrero de 2011

Aroma a Flores

Con la confianza propia de aquél que cree tener las cosas claras, recorro mi camino, sin duda alguna que me haga vacilar. Siento que he tomado una decisión y me siento a gusto con ella.

Pero, entonces, entonces, me vuelvo a encontrar con ella. Sonríe al verme y, con un acto reflejo sonrío yo también. Me acercó a ella y me llega su distintivo olor, una mezcla floral de su champú y su colonia. Cierro los ojos, ligeramente enfadado conmigo. Las dudas vuelven a asaltarme. Al abrirlos de nuevo, mi mirada se encuentra con la suya.

Siendo honesto, no debería sorprenderme. En absoluto, de hecho. No sé que tiene que me hechiza, me embruja. Me desconcentra. Cada vez que la veo, mi determinación pierde firmeza, ya sea en un sentido u otro. Cuando, como ahora, noto que en realidad no siento nada por ella, la veo, oigo su voz y me doy cuenta de mi error. Y a la inversa.

Sonrío mientras avanzamos. Estoy empezando a darme cuenta de que es inútil luchar contra esta marea. Quizás se trate solamente de mantenerse a flote en las crecidas y bajadas. No sé.

Mientras subimos las escaleras, vuelvo a cerrar los ojos y me dejo embriagar con su aroma a flores.

1 de febrero de 2011

Malentendido

(Misunderstood, Dream Theater)

Esperando
en la calma de la desolación,
queriendo escapar
de este círculo de confusión.

Durmiendo
en las profundidades de la aislación,
intentando despertar
de este sueño de ilusión.

¿Cómo puedo sentirme abandonado
incluso cuando el mundo me rodea?
¿Cómo puedo morder la mano
que alimenta a extraños a mi alrededor?
¿Cómo puedo conocer a tantos
y realmente no conocer a nadie?

Si parezco sobrehumano,
he sido malentendido.

Desafía la esencia de mi alma
y me deja en un estado de desconexión,
mientras navego el laberinto del autocontrol.

Interpretando a un león guiado a la jaula,
paso de ladrón a mendigo,
de un dios a ‘Dios, sálvame’.

¿Cómo puedo sentirme abandonado
incluso cuando el mundo me rodea?
¿Cómo puedo morder la mano
que alimenta a extraños a mi alrededor?
¿Cómo puedo conocer a tantos
y realmente no conocer a nadie?

Si parezco sobrehumano,
he sido malentendido.

Interpretando a un león guiado a la jaula,
paso de surrealista a la reclusión,
del amor al despecho,
de la creencia a la ilusión,
de ladrón a mendigo,
de un dios a ‘Dios, sálvame’.

¿Cómo puedo sentirme abandonado
incluso cuando el mundo me rodea?
¿Cómo puedo morder la mano
que alimenta a extraños a mi alrededor?
¿Cómo puedo conocer a tantos
y realmente no conocer a nadie?

Si parezco sobrehumano,
he sido malentendido.