3 de febrero de 2011

Aroma a Flores

Con la confianza propia de aquél que cree tener las cosas claras, recorro mi camino, sin duda alguna que me haga vacilar. Siento que he tomado una decisión y me siento a gusto con ella.

Pero, entonces, entonces, me vuelvo a encontrar con ella. Sonríe al verme y, con un acto reflejo sonrío yo también. Me acercó a ella y me llega su distintivo olor, una mezcla floral de su champú y su colonia. Cierro los ojos, ligeramente enfadado conmigo. Las dudas vuelven a asaltarme. Al abrirlos de nuevo, mi mirada se encuentra con la suya.

Siendo honesto, no debería sorprenderme. En absoluto, de hecho. No sé que tiene que me hechiza, me embruja. Me desconcentra. Cada vez que la veo, mi determinación pierde firmeza, ya sea en un sentido u otro. Cuando, como ahora, noto que en realidad no siento nada por ella, la veo, oigo su voz y me doy cuenta de mi error. Y a la inversa.

Sonrío mientras avanzamos. Estoy empezando a darme cuenta de que es inútil luchar contra esta marea. Quizás se trate solamente de mantenerse a flote en las crecidas y bajadas. No sé.

Mientras subimos las escaleras, vuelvo a cerrar los ojos y me dejo embriagar con su aroma a flores.

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