26 de noviembre de 2011

Tic, Tac


Tic,
el reloj avanza,
se te acaba el tiempo.

Tac,
sus manecillas no esperan,
no esperan a nadie.

Tic,
ya no existe el futuro,
no hay espacio para los sueños.

Tac,
olvida el pasado,
sólo tienes este segundo.

Tic,
no puede esperar,
tienes que actuar.

Tac,
el reloj avanza,
se te acaba el tiempo.

18 de noviembre de 2011

Ruido de Motores de Congelador


Noto su mirada en mi espalda. Pero quizás me equivoque. No debería girarme. No debería importarme.

Me lo repita una vez. Y otra. Y otra,…

Lentamente, como si estuviera sumergido en denso mercurio, me giro. A través del corredor del supermercado, nuestros ojos se encuentran, las miradas se cruzan. En su cara se dibuja una leve, dulce sonrisa. Noto que en mi cara también. ¿Quién de los dos sonrió primero? No lo sé. Y, maldita sea, no debería importarme.

Debido a la distancia, vuelve a gesticular para repetir la proposición de quedar para tomar un café por la tarde. Sin dejar de sonreír, vuelvo a negar con la cabeza.

No tengo claro el porqué, pero siento que no puedo aceptar. Que no puedo ¿enamorarme de ella? Quizás lo vea como una debilidad, quizás vea que no nos llevaría a ningún sitio. No lo sé.

Giro de nuevo, sin poder quitármela de la mente. Sus cara, sus ojos, su sonrisa. Respiro profundamente y vuelvo a intentar borrarla de la mente. Pero es inútil. Sólo existe ella, como un espíritu, que no deja de sonreírme con dulzura mientras el resto de la realidad queda apartada por el ruido de motores de congelador.

4 de noviembre de 2011

Lluvia de Deseos


Trozos de roca,
cruzando el cielo
no tienen poder alguno.

Sólo cada uno puede
aceptarse como es,
luchar por lo que quiere.

Cae una estrella,
una chica desea
ser diferente,
ser amada y bella.

Cae una estrella,
su mirada,
su risa, sus labios,
un chico sueña con ella.

Cae una estrella,
una madre espera
poder proteger a su hija
que nada le haga mella.

Cae una estrella,
una niña sueña
con llegar a ser famosa,
con dejar su huella.

Cae una estrella,
un anciano cierra los ojos,
recuerda a su nieta,
siente la voz de la doncella.

Cae una estrella,
un hombre suspira,
desea tener fuerzas
para dejar la botella.

Trozos de roca,
cruzando el cielo
no tienen poder alguno.

Sólo cada uno puede
aceptarse como es,
luchar por lo que quiere.

31 de octubre de 2011

31 de Octubre de 2003


Con paso lento y movimientos mecánicos, Jack abandona la estación de autobuses de Omagh. Avanza por las calles como un fantasma, como un alma en pena. Su mente está sumida en una oscura tormenta, un caótico vaivén de amargos recuerdos.

Sin darse cuenta, su errante vagabundeo lo lleva al punto exacto donde poco más de cinco años atrás, explotó la bomba. Donde Aisling murió. El pulso y la respiración se le aceleran, intenta controlarse pero empieza a notar un mareo que va creciendo con fuera a la vez que siente una opresión agobiante.

Sin poder aguantarlo más, Jack se aleja de la zona por una callejuela. Han pasado cinco años y no deja de afectarle. Las cosas parecen pintar cada vez mejor para Irlanda del Norte y las víctimas de Omagh han sido vengadas. Se encargó personalmente de ello. Pero aún así…

Sigue su camino hasta un pequeño hostal donde alquila una habitación para pasar la noche. Esta noche se celebra Halloween, pero para los antepasados celtas de Jack era Samhain, una noche donde el velo que separa el mundo de los vivos y el de los espíritus se vuelve más tenue.

Quizás el espíritu de Aisling pueda ayudarle a encontrar algo de paz. 

18 de octubre de 2011

Calor del Abrazo de un Niño


Las dudas me asaltan. Es como si el terreno que me sostiene, que antaño sentía como una sólida construcción se estuviese desmoronando a ritmos irregulares, a veces, lentamente y, otras, tan rápido que me tambaleo.

Mi futuro, ¿adónde me encamino? ¿Dónde quiero llegar? Algunas veces lo tengo tan claro que es casi como si pudiera tocarlo y otras, como ahora, veo ante mis propios ojos como se deshilacha y se mezcla con una confusa neblina en la que no parece posible discernir nada.

Pero, aún así, detenerse no es posible. Esperar a que las cosas se aclaren realmente no es una opción, nunca lo ha sido. Tan sólo puedo caminar hacia delante y confiar. Confiar en mi instinto y no equivocarme. Confiar en tomar la decisión, no ya correcta, sino la más adecuada a quién yo soy. Pero, cuando enfrente de mí aparecen varios senderos, varios caminos, ¿cuál tomar?

Como si mi instinto me diera, a su manera la respuesta, vuelve a mi memoria un recuerdo reciente, apenas unas horas atrás. Un recuerdo que disipa mis dudas. Un recuerdo que aclara el camino a seguir. El recuerdo del calor del abrazo de un niño.

15 de septiembre de 2011

Hoy


Hoy
te amo
como nunca
te he amado.

Hoy
mi amor
por ti
no tiene límites.

Hoy
daría mi vida
para que la tuya
fuera mejor.

Hoy
dejaría de soñar
y lucharía
para cumplir tus sueños.

Hoy
te amo
como nunca
he amado antes.

Hoy
soy tuyo
en cuerpo
y alma.

Hoy,
hoy
te estoy mintiendo.

29 de agosto de 2011

Caricia de Gotas de Agua

Me apartó el pelo de la cara mientras el agua de la ducha va cayendo sobre mí. Intentando centrarme en esa sensación que te deja mientras va llevándose consigo el sudor y el cansancio.

Pero el caso es que no puedo apartar mi mente de ella. Cuando volvía de correr, me he encontrado con ella. A estas alturas debería haberlo superado, lo sé. Pero como si de una mala indigestión se tratara no para de repetírseme de vez en cuando. Como si nunca acabara por completo de dejarla atrás.

Desde el primer día que la vi, hace ya casi un año y medio, captó mi atención. Instalándose, de manera permanente, en mi cabeza. ¿O debería decir corazón? Quién sabe.

Últimamente, las veces que nos encontramos, charlamos y bromeamos, incluso un día, en broma, me invitó a cenar a su casa. Prefiero no pensar en la posibilidad de intimar con ella.

Suspiro con la esperanza de olvidarme de ella y que mi mente se aclare con la caricia de gotas de agua.

22 de agosto de 2011

Un Sueño Perturbador

Acabada ya la preparación de las siguientes clases, Sébastien apagó el portátil y, tras recoger sus notas, se dirigió a la cama.

Pronto se encontró soñando.

Estaba hablando con algunos de sus alumnos en una cafetería cercana a la universidad que a veces frecuentaba. Todos estaban atentos a sus palabras y, entonces, mientras su mirada recorría el local, la vio entrar. Era la misma adolescente que estaba en el cementerio. Llevaba un vestido de lino blanco y la ausencia de la gorra, mostraba su pelo castaño, liso y sedoso que le llegaba hasta el cuello. Nada más traspasar la puerta su mirada se clavó en la de Sébastien. Esos ojos verdes como esmeraldas, parecían brillar con una fuerza interior, llamándole.

Atraído y a la vez dispuesto a resolver el misterio de esa chica, Sébastien se levantó y se dirigió hacia ella. Cuando estuvieron cara a cara, ella tiró de él y levantándose de puntillas, apretó sus labios contra los de él, que no tardó en entregarse al beso a su vez. Sin dejar de besarlo, la chica lo acercó a una mesa mientras le arrancaba la camisa. Después de deshacerse de ella, la joven, de un manotazo, quitó las tazas y copas que estaban en la mesa y con una fuerza inesperada en un cuerpo tan pequeño, tumbó a Sébastien en ella.

Las chicas que estaban sentadas alrededor de la mesa no se movieron mientras la adolescente acababa de desnudarlo sin dejar que se levantase. Tampoco dejaron de mirar mientras ella se colocaba encima de la mesa y acariciaba el cuerpo del marsellés a la vez que con la otra mano se quitaba la ropa interior, sin quitarse el vestido. Unas braguitas de color blanco con bordados rosas en los bordes y un lacito en la parte de delante. Las echó en el pecho de Sébastien mientras se colocaba a horcajadas encima de su sexo y empezaba a moverse frenéticamente. Dejándose llevar por la situación, Sébastien se movía siguiendo el ritmo de la desconocida, ignorando las miradas que toda la clientela de la cafetería les estaba dirigiendo.

Sus movimientos se aceleraron y la chica le clavó las uñas en el pecho mientras gritaba extasiada. Por su parte, Sébastien sentía como todo su cuerpo vibraba. Y en un mismo instante, ambos alcanzaron el clímax al unísono.

La joven sin dejar de moverse rítmicamente, aunque ya más despacio, se inclinó hacia Sébastien besándolo con fuerza. Después acercó su boca a la oreja de él a la vez que le ponía su ropa interior en la mano.

- Para que no te olvides de mí. - su voz sonaba sensual e inocente a la vez, tal y como el se la había imaginado.

Empapado de sudor, Sébastien despertó alterado. Aquél sueño había sido muy extraño. Pero su confusión todavía aumentó más cuando se dio cuenta de que en su mano derecha se encontraban unas braguitas blancas con bordados rosas en los bordes y un lacito en la parte de delante.

31 de julio de 2011

Nunca

Como dos planetas errantes
nuestro destino parece escrito.
Nuestro rumbos destinados
a nunca encontrarse.

Reflejado en tus ojos azules,
yace todo aquello
que pudimos ser
y jamás fuimos,
que podríamos ser
y nunca seremos.

Tu pelo rubio no hará
cosquillas en mi piel,
posarse mis labios en la tuya
nunca sucedió.

Quizás sea para bien,
quizás sea para mal,
jamás lo sabremos.
Pero no podemos evitar
pensar en todo aquello
que nunca tuvimos ni tendremos.

26 de junio de 2011

23 de Octubre de 2000

Jack se quedó mirando como la lluvia caía incesante en la calle, ignorando el resto de la pinta que le quedaba. Tenía tantas cosas que integrar, que asumir.

El día había empezado como otro cualquiera en su vida últimamente. Llevaba varios meses moviéndose por Irlanda y el Reino Unido sin detenerse más de unos días en ningún sitio, siempre en movimiento. Se había acercado al bar a tomarse una cerveza mientras miraba el mapa y decidía su siguiente destinación. Y, cuando apenas, había tomado un par de tragos, él se sentó en la mesa de Jack.

Iba vestido con una gabardina oscura. Sus facciones y corte de pelo revelaban una fuerte disciplina, quizás un pasado militar. Jack tensó sus músculos preparándose para lo que pudiera suceder. Aunque cuando el desconocido habló no supo cómo reaccionar.

Reconoció la voz al instante. Pese a que sólo la había oído una vez. Se trataba del comandante Gillroy.

A medida que el británico hablaba, el norirlandés fue perdiendo el recelo ante la extraña e inesperada visita tras dos años sin tener noticia alguna. Lo que el militar le proponía parecía totalmente descabellado, habladurías de borracho de taberna. Pero había algo en la voz del comandante, en el aplomo que mostraba que no sólo aseguraba su veracidad, sino que lo hacía parecer algo normal.

Jack alejó la mirada de la ventana y la volvió hacía el teléfono móvil que el comandante Gillroy le había dado para que le llamase cuando tuviera las cosas claras. Lo cogió en las manos y fue dándole vueltas mientras la propuesta lentamente se abría paso en su mente.

Bajo el nombre en código de ‘Dullahan’, Gillroy estaba organizando una unidad de élite anti-terrorista.

Tras un breve suspiro, apuró la cerveza que quedaba en la jarra y abrió el teléfono.

29 de mayo de 2011

Hedor a Enfermedad

Llevo día y medio casi sin salir de mi habitación, apenas para acercarme al cuarto de baño o a la despensa en busca de algo que beber y ya que apenas pruebo bocado que éste pugna por volver a salir. Me siento debatido, agotado y mareado, pero aún así, aún así conservo todavía algo de ese estado de felicidad que, aunque no sea abrumador, consigo que acompañe siempre. Y es que, además de otras cosas, estoy orgulloso. Orgulloso de mí mismo.

Pues sí, no voy a negarlo ni a fingir que no es verdad, estoy muy contento de mí. Hace dos días, justo el día antes de que empezase mis náuseas y vómitos, acabamos el primer año del curso. Y la verdad es que durante el curso han pasado varias cosas, muchas incluso. Y estoy muy orgulloso de cómo actúe durante ese tiempo. Porque son nuestros actos los que nos definen, no lo que decimos. Las palabras se las lleva el viento, pero nuestras acciones dejan huella en nosotros y en los demás. Y estoy contento de haber sido y haberme demostrado ser una persona de acción, aunque no sin que eso tuviera consecuencias, como el agotamiento y la decepción.

Pero, quizás, de lo que estoy más orgulloso de mí es del hecho de que he sido capaz de acabar este año. Teniendo en cuenta mi historial no se trata de una hazaña menor. Para bien o para mal sé que me cuestan los compromisos a medio o largo plazo, compromisos de lo que sea. La parte positiva asociada a eso, o al menos yo la veo como positiva, es mi inconformidad, mi capacidad de luchar hasta el final, aunque la batalla, o incluso la guerra, esté ya perdida, por aquello que pienso o en lo que creo.

Ahora mismo no sé si toda esta reflexión existencial sobre mí mismo procede de mí o acaso es fruto de mi estado. Será mejor que me tumbe a descansar en la cama, rodeado por ese hedor a enfermedad.

10 de abril de 2011

El Lastre en Mí

Con una pareja, dos de mis mejores amigos, entramos en el aeropuerto de Dublín. Tanto ellos como yo hemos llegado esta misma mañana temprano y, ahora, al mediodía, él y yo tenemos que coger un vuelo a Barcelona. Él para enlazar con otro vuelo a su Nueva York natal y yo… creo que era porque volvía. No lo tengo muy claro.

Mientras los dos nos dirigimos a la mesa de embarque, mi amiga y novia de él se aleja de nosotros para ir a la oficina de policía pues había perdido, o quizás era que se lo habían robado… El caso es que no tenía su documentación encima.

Hablando con la asistente de la compañía aérea, nos confirma que, aunque no vamos sobrados de tiempo tampoco vamos excesivamente justos. Aunque no recuerdo los detalles exactos, él y yo empezamos a bromear y, mientras estamos riéndonos a carcajadas, nos encontramos de nuevo con mi amiga, que se encuentra con otras tres chicas. Dos de ellas, de pelo rubio, una liso y la otra rizado; la tercera, de pelo castaño, liso y con gafas.

Entonces, mientras me quedó mirando a esta última chica, empiezo a revivir estos últimos instantes des de lo que parece el punto de vista de la chica de pelo castaño. Como mi amiga les habla de mí, como nos ve acercarnos mientras estamos bromeando y como va pensando que soy alguien prepotente y engreído.

Tras eso, vuelvo al tiempo actual, al lado de mis amigos, camino hacia la puerta de embarque. Delante de nosotros, caminando junto a la chica de pelo castaño, también estoy yo. Idéntico a mí en todo, excepto en que lleva una muleta en el lado izquierdo debido a una cojera en la pierna. La chica parece haber cambiado su opinión sobre mí pues ambos bromean continuamente e incluso ella se acerca a él, a mí, para ayudar con el equilibrio.

Por casualidad, miro la hora. Falta diez minutos para la salida del vuelo y mi otro yo va demasiado despacio. No sólo por la cojera, sino porque no para de entretenerse con la chica. Miro a mi amigo y tras asentir voy hacia mi otro yo.

Cojo su billete y aclaramos que viajaré yo a Barcelona en lugar de él. Mi amigo y yo cruzamos las puertas automáticas que dan a la sala de embarque.

Despierto.

29 de marzo de 2011

Dejadme que os Hable de...

Dejadme que os hable
de un lugar donde
el verdor está
allí donde mires.

Dejadme que os hable
del sitio al que
mi mente regresa
cuando necesita escapar.

Dejadme que os hable
de una isla
llena de verdes valles
y lagos encantados.

Dejadme que os hable
de allí donde
la gente te recibe
con una sonrisa.

Dejadme que os hable
de una tierra en la que
nacieron poetas
y vivieron soñadores.

Dejadme que os hable
del país donde
las hadas siguen
pareciendo reales.

Dejadme que os hable
de la vieja Irlanda.

28 de marzo de 2011

Si los Sueños se Hacen Realidad

(Dreams Come True, HammerFall)

Nunca pensé que volvería a sentir,
sentir la oscuridad desvanecerse
y ver salir el sol de la mañana.
Nunca pensé que volvería a sentirme vivo,
los sentidos borrosos y apagados de todas las mentiras.

Ahora, cuando sostengo tu cara
tan cerca de la mía,
veo un sitio donde el sol brillará,
contigo es divino.

Mirando en esos ojos,
sé que me perderé y nunca me encontrarán.
Bésame una vez
y me derretiré y moriré.
Bésame dos veces
y de tu lado nunca me iré…
Si los sueños se hacen realidad.

¿Me atrevo a confiar esta vez?
Ooh, las Campanas de la Fortuna,
¿las oiré repicar alguna vez?
Sólo aquellos que se han quemado antes
conocen el significado del llameante Infierno.

Era lo noche oscura,
tú eres el alba.
Salvándome, pues estaba condenado,
bajo tu luz, he renacido.

Mirando en esos ojos,
sé que me perderé y nunca me encontrarán.
Bésame una vez
y me derretiré y moriré.
Bésame dos veces
y de tu lado nunca me iré…
Si los sueños se hacen realidad.

Cuando los muros se nos caigan encima,
cuando todo lo que veamos sea miseria,
¿todavía creerás en mí?

Mirando en esos ojos,
sé que me perderé y nunca me encontrarán.
Bésame una vez
y me derretiré y moriré.
Bésame dos veces
y de tu lado nunca me iré,
hasta que llegue el invierno,
siempre a tu lado…
Si los sueños se hacen realidad.

27 de marzo de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (VIII)

Cuando la Loba apareció con el zarévich en el vasto patio del palacio todo pareció tomar más vida. Elena la Bella sonrió, secando sus lágrimas; se oyó relinchar en la cuadra al Caballo de las Crines de Oro, y el Pájaro de Fuego esparció tal resplandor, que llenó de luz todo el palacio.

Al entrar Viktor en éste, vio todos los preparativos para el banquete de boda y que estaban ya reunidos los invitados a la ceremonia para acompañar a los novios Dmitriy y Elena. Ésta, al ver a su amigo, se le echó al cuello abrazándolo estrechamente, viéndose salvada de nuevo. En ese momento, volvió a aparecer la anciana bruja quien contó al zar cómo fue Viktor quién sacó a Elena de su reino, consiguió el Caballo de las Crines de Oro y obtuvo al Pájaro de Fuego; y, que después, mientras Viktor dormía, sus hermanos lo habían matado. Elena con lágrimas en los ojos, asintió a las palabras de la anciana, que sin añadir nada más, desapareció otra vez. El zar Aleksey, lleno de cólera, ordenó que expulsasen de su reino a sus dos hijos mayores.

Dos días después, Viktor acompañó a Elena, que iba a lomos del Caballo de las Crines de Oro al límite de su reino. En el cielo, el Pájaro de Fuego volaba libre.

- Gracias por todo lo que has hecho por mí, Viktor.

Y tras despedirse se alejó, hacia el horizonte. El zarévich se tumbó en la hierba, sin poder parar de pensar en la Loba Plateada que había desaparecido sin ningún aviso.

- ¿Me echabas de menos? - oyó su voz cristalina cerca de él.

Al girar la vista, Viktor quedó sorprendido. En lugar de la enorme loba de piel grisácea, se encontraba una bella joven con una larga cabellera plateada.

- ¿Eres tú, amiga mía?

- Sí, zarévich Viktor, soy yo. - dijo mientras se acercó a él - La anciana bruja es mi madre, y me pidió que te ayudará en tu empresa.

- Sin tu ayuda, jamás lo hubiera logrado. Y ahora que todo ha acabado, no volveré a verte. - dijo cabizbajo.

- No tiene porque ser así, Viktor.

El zarévich Viktor y la joven de melena plateada se besaron y vivieron juntos y felices hasta el final de sus días.

26 de marzo de 2011

Viejas Fotografías

En el fondo del cajón
guardo viejas fotografías,
recuerdo de ese verano
vivido tres años atrás.

Montañas de piedra caliza,
laderas pobladas de robles,
donde las ardillas anidan.
Escondiéndonos del sol
nos besamos en la sombra,
como dos adolescentes.

Aquella habitación de hotel
donde, sin perder la ocasión
me quitabas la ropa
y, llenos de pasión
hacíamos el amor
hasta el amanecer.

Un cielo lleno de buitres,
sus graznidos rasgando el aire.
Tu sonrisa de medio lado
que escondía tanto,
tu mirada ladina
que tardé en entender.

La cascada de agua
alimentaba el lago.
Lejos de miradas indiscretas,
liberamos nuestros cuerpos.
Piel contra piel,
un solo ritmo.

Siguen en el cajón
esas viejas fotografías,
recuerdo de ese verano
vivido tres años atrás.

25 de marzo de 2011

Peso de Palabras No Pronunciadas

Por cerca que esté de ella, incluso aunque la esté tocando, no puedo evitar sentir que hay un abismo entre los dos. El fantasma de aquello que quiero decirle pero no me atrevo habita en el espacio entre los dos. Me pregunto si es capaz de notarlo, si le ocurre algo parecido, si esa sensación extraña que tengo a veces es su fantasma.

Mientras hablamos, bromeamos, me falta el coraje, me puede la vergüenza y esas palabras no salen de mi boca, a veces, ni llegan a formarse. ¿Cómo expresar aquello que ni yo sé lo que es?

Mantengo la sonrisa y el buen ánimo, no sin conseguir evitar del todo que me afecte el peso de palabras no pronunciadas.

24 de marzo de 2011

Pensando en Tí

(Thinking of You, Kane)

Bueno, sé que dicen que todas las cosas buenas
acaban por llegar a un tipo de final.
Éramos tan buenos,
que supongo que nunca tuvimos un oportunidad.
Sigue y encuentra lo que has estado perdiéndote,
y cuando esa autopista esté cansada de escuchar,
verás que no soy tan fácil de olvidar.

Cuando la luna nueva brille a través de tu ventana,
o escuches una canción triste en la radio,
y no sepas porque, pero empieces a llorar.
O estés conduciendo en un día soleada,
y de ninguna parte llegue la lluvia,
y un recuerdo te aparezca por sorpresa.
Sólo soy yo
pensando en ti.

No intentaré detenerte,
aunque eso no significa que no quiera.
Si te conozco, ya habrás tomado una decisión.
Así que, adelante, si de verdad te vas,
pon un millón de kilómetros entre nosotros.
Pero todavía me sentirás,
como si estuviera allí a tu lado.

Cuando la luna nueva brille a través de tu ventana,
o escuches una canción triste en la radio,
y no sepas porque, pero empieces a llorar.
O estés conduciendo en un día soleada,
y de ninguna parte llegue la lluvia,
y un recuerdo te aparezca por sorpresa.
Sólo soy yo
pensando en ti.

Y estoy pensando en los caminos dónde estás,
estoy pensando en ti volviendo a casa.
Preguntándome si tienes la radio puesta.

Cuando encuentres tu camino a otra ciudad,
y alguien intente acostarse contigo
y un sentimiento aparezca repentino,
ése soy yo
pensando en ti.
Sólo soy yo
pensando en ti.

23 de marzo de 2011

Invierno de 1179

Roger se tumbó en el camastro. Afuera, el sol se había ya puesto y al día siguiente tenía que estar preparado temprano, pues tenían órdenes de partir al alba. Pero Roger sabía que el sueño le sería esquivo. Como le llevaba sucediendo los últimos días.

Nada ni nadie le había preparado para eso. Ni las historias que su padre le contaba en el regazo, ni su tiempo con el caballero de Montaca, y mucho menos los años de novicio en Chipre. Nada le había preparado para los horrores de la guerra.

Cuando finalmente conseguía, no sin esfuerzo, empezar a dormir, una y otra vez le volvían a la mente los recuerdos del campo de batalla. Los gritos de los moribundos implorando que alguien acabara su sufrimiento, el olor metálico y ligeramente dulzón de la sangre y las vísceras.

Los cuervos y buitres, por doquier alimentándose de los cadáveres, eran los únicos vencedores de esos combates.

Había momentos, sobretodo cuando se echaba a dormir, que llegaba a envidiar a sus compañeros. Su fundamentalismo les permitía dormir tranquilos por la noche y entablar combate sin duda alguna. Sin que se les pase por la cabeza que delante de si está otro ser humano como ellos.

22 de marzo de 2011

Ayudarte a Creer

Parece como
si todo el mundo
estuviese ciego,
nadie se diese
cuenta alguna
de tus virtudes.
¿Es así?

Sé que conmigo
de acuerdo no estás,
que no crees
que sea así,
que tus virtudes
pocas son
y de poca importancia.

Permíteme discrepar,
que exprese
lo que veo,
lo que pienso.
Eres magnífica,
de buen corazón
y alguien interesante.

Si tan sólo pudiera
hacértelo ver.
Eres tu peor enemiga,
dudando de ti misma,
criticándote continuamente.
Te crees merecedora
de poco y nada.

No escuches esa voz,
confía en ti.
Vales mucho,
mucho más
de lo que crees.
Si tan sólo pudiera
ayudarte a creer en ti.

21 de marzo de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (VII)

El cuerpo destrozado de Viktor quedó por algún tiempo al pie del árbol y, ya cuando empezaban a acercarse las fieras y las aves de rapiña para devorarlo, llegó allí la Loba Plateada, estremeciéndose al ver el estado del cuerpo.

- ¡Pobre zarévich Viktor! ¡Apenas te dejé, te sobrevino una desgracia! Es menester que te auxilie una vez más.

Ahuyentó a los pájaros y fieras que rodeaban ya el cuerpo del joven y se escondió detrás de un zarzal. Al poco vio venir volando a un cuervo que, acompañado de sus pequeñuelos, venía a picotear en el cadáver; cuando pasaron delante de él, saltó desde el zarzal y se abalanzó sobre los pequeños. El Cuervo Padre empezó a gritarle.

- ¡Oh, Loba Plateada! ¡No te comas a mis hijos!

- Los despedazaré si no me traes en seguida el Agua de la Vida y el Agua de la Muerte.

Elevó el vuelo el cuervo Padre y se perdió de vista. Al tercer día, regresó trayendo dos frascos con él. Entonces, la Loba Plateada hizo pedazos a uno de los cuervecitos y lo roció con el Agua de la Muerte y, al momento, los pedacitos volvieron a unirse; cogió el frasco del Agua de la Vida, lo roció igualmente con ella y el cuervecito sacudió sus plmas y echó a volar. Entonces, la Loba Plateada repitió con el zarévich la misma operación de rociarlo con las dos aguas, que lo hicieron resucitar y levantarse.

- ¿Cuánto tiempo he dormido?

- Habrías dormido eternamente si yo no te hubiese resucitado. Tus hermanos, después de matarte, hicieron pedazos tu cuerpo. Con las plumas del Pájaro de Fuego, la anciana logró salvar a tu padre. Pero he venido a buscarte porque tu hermano Dmitriy está a punto de casarse con Elena la Bella y tu padre, el zar, cederá todo su reino a tu hermano Borislav a cambió del Caballo de las Crines de Oro y del Pájaro de Fuego. Pero, móntate sobre mi lomo, que en un abrir y cerrar de ojos te llevó al palacio para que hagamos justicia.

20 de marzo de 2011

Años Huecos

(Hollow Years, Dream Theater)

Es el tipo de hombre
del que oyes hablar.
El que deja su familia
por una salida fácil.
Nunca vieron las señales,
él nunca dijo una palabra,
no podía aguantar otro día.

Llévame a la orilla,
entiérrame en la arena.
Camina conmigo a través del agua
y quizás lo comprenderás.

Una vez que la piedra
bajo la que te arrastras
sea levantada de tu espalda,
una vez que la nube que llueve
sobre tu cabeza desaparezca,
el ruido que oirás
son los años huecos rompiéndose.

Ella no es el tipo de chica
del que oyes hablar.
Nunca querrá a otro,
nunca estará sola,
te dará todas las señales,
te lo contará todo,
luego se dará la vuelta y se irá.

Llévame a la orilla,
entiérrame en la arena.
Camina conmigo a través del agua
y quizás lo comprenderás.

Una vez que la piedra
bajo la que te arrastras
sea levantada de tu espalda,
una vez que la nube que llueve
sobre tu cabeza desaparezca,
el ruido que oirás
son los años huecos rompiéndose.

Llévame a la orilla,
entiérrame en la arena.
Camina conmigo a través del agua
y quizás lo comprenderás.

Una vez que la piedra
bajo la que te arrastras
sea levantada de tu espalda,
una vez que la nube que llueve
sobre tu cabeza desaparezca,
el ruido que oirás
son los años huecos rompiéndose.

Una vez que la piedra
bajo la que te arrastras
sea levantada de tu espalda,
una vez que la nube que llueve
sobre tu cabeza desaparezca,
el ruido que oirás
son los años huecos rompiéndose.

19 de marzo de 2011

14 de Febrero de 2006

Aunque por la ventana del pequeño apartamento todavía no llegaba la luz del sol que anunciaba la llegada de un nuevo día, Jack se despertó. La ausencia de la presión de los muelles en la espalda le indicó que no había dormido en su cama. Una suave presión en el lado derecho del pecho le recordó lo que había ocurrido la noche anterior. Sin apenas moverse, bajó la mano izquierda, acariciando el pelo castaño de Eileen.

La luz de las farolas de la calle entraba tenuemente por la ventana y destacaba el cuerpo desnuda de la joven camarera inglesa. Jack se movió con cuidado de no despertarla y se quedó mirándole el rostro mientras ella seguía durmiendo.

En su interior, emociones encontradas. Se sentía asqueado consigo mismo, no podía evitar sentirse como si la hubiera utilizado, como si se hubiera servido de su cuerpo para desahogarse. Pero a la vez, había otra sensación en su interior. Una sensación extraña, casi olvidada en el pasado. Con delicadeza, movió la mano izquierda acariciándole la mejilla.

Y luego también estaba esa otra sensación. La de que tarde o temprano, seguramente temprano, le acabaría haciendo daño, rompiéndole el corazón.

Quizás debería aprovechar que Eileen estaba dormida para irse del piso de ella, aunque fuese una acción cobarde.

Estaba todavía indeciso cuando ella se despertó. Al verlo también despierto, le miró con sonrisa adormilada, mientras se acercaba a él. Al mirar en esos ojos verdes, Jack no tuvo fuerzas para separarse de ella.

18 de marzo de 2011

Por Miedo a Descarrilar

Antes de nacer,
ya están ante ti,
unas vías gemelas.
Senderos de acero
a tu futuro.

Cuando vayas creciendo,
quizás serás de esos valientes
que prueban su resistencia,
que buscan otras vías,
otros caminos.

Por miedo a descarrilar
tanta gente deja de luchar.
Por miedo a ser diferente
desiste y acepta la corrientes.

Pasan los años,
y las vías se endurecen,
salirse de ellas
es una posibilidad
si luchas por ello.

Por miedo a descarrilar
tanta gente deja de luchar.
Por miedo a ser diferente
desiste y acepta la corrientes.

Nadie te engañó
diciendo que crear el camino
fuera fácil y sencillo.
La gente intentará detenerte.
Persevera y lo conseguirás.

Por miedo a descarrilar
tanta gente deja de luchar.
Por miedo a ser diferente
desiste y acepta la corrientes.

17 de marzo de 2011

Eve, una Mujer Misteriosa

Sin levantar la vista de la página, Sébastien llevó la cucharilla a la taza de café y empezó a removerlo lentamente, mezclándolo con la leche y ayudando a que se enfriara. Después del día que había tenido volviendo a la universidad, agradecía este momento de tranquilidad, y poder disfrutar de un café con leche en esta pequeña cafetería a la que venía a menudo y aprovechar para finalmente releer algunas obras de Nietzsche.

- ¿Está ocupada? - oyó que le decía una voz femenina.

- No, usted misma. - respondió sin levantar la mirada del texto.

- Gracias, Sébastien.

Sorprendido de que la mujer cuya voz estaba seguro que no reconocía, supiese su nombre, levantó la mirada rápidamente, encontrándose ante sí a una mujer de treinta y tanto años, con un traje oscuro y que lo miraba, entre divertida e inquisidora, a través de sus gafas de montura gris. Su cara le sonaba, pero Sébastien era incapaz de ubicarla.

- Perdona pero, ¿nos conocemos? - preguntó mientras cerraba el libro.

La mujer sonrió ante la pregunta y entrecerró los ojos. Tuvo que reconocer que, pese a no ser exuberante no estaba exenta de cierto atractivo, había algo que le llamaba la atención.

- No directamente. Aunque Gilles me habló tanto de ti que siento como si nos conociéramos de hace tiempo.

¡Gilles! ¡Eso era, claro! Ahora recordaba cuando la había visto. En el funeral de su tío, ella se encontraba entre el grupo de aficionados a las artes ocultas. Sébastien se tomó unos instantes antes de responder.

- Entonces, creo que juega con ventaja. Mi tío nunca me habló de usted. - recalcó el ‘usted’ mientras le devolvía una sonrisa.

- Veo que has heredado su misma mordacidad y humor. - respondió ella sin mostrarse ofendida - Habrá que ver que más cosas has heredado. - dijo enigmática en tono más bajo antes de proseguir - Aunque la culpa es mía, esas no son formas de presentarse. Puedes llamarme Eve. Y, por favor trátame de tú, no tengo la edad que aparentó.

- Eso último da mucho juego, Eve. Pero dejémoslo ahí. Disculpa por la pregunta, pero, ¿de qué conocías a mi tío? No quiero ofender pero no pareces su tipo de chica?

- Supongo que te refieres a las jóvenes llamativas con las que adornaba su cama, ¿verdad? - río - No, la relación entre Gilles y yo era de otro tipo, más… intelectual.

- Evitas la pregunta principal, Eve.

La verdad es que Sébastien estaba disfrutando de la conversación. Esa mujer parecía inteligente y rápida de mente, además de poseer un sentido del humor parecido al suyo. Su sofisticada belleza, no hacía sino añadir interés a mantener la conversación.

- Sébastien, Sébastien,… - respondió como si estuviera regañando a un niño pequeño - No debes esperar a que te den todas las respuestas. Nunca debes olvidar buscarlas por ti mismo. Tienes talento, potencial. O eso me han dicho, al menos. - acabó con una sonrisa burlona, desafiante.

- ¿Talento? ¿Potencial? ¿Para qué? ¿De qué hablas?

- En este mundo, Sébastien, hay dos tipos de personas, aquellos que se conforman con lo que el mundo les proporciona, con el papel que los demás, que la sociedad espera de ellos y, pasivamente, se sientan esperando que las cosas les sucedan, que los demás resuelvan sus problemas. Y luego está aquella gente que crea su propio lugar en el mundo, que toma las riendas de su vida y lucha por obtener sus propias respuestas. Son pocos, pero son los que cuentan, ¿no crees? Debo irme, ahora, pero nos volveremos a ver. ¿Qué tipo de personas demostrarás ser, Sébastien? Tengo curiosidad. - se levantó de la silla y siguió mirándolo sin girarse - Nunca olvides que hay más cosas en el cielo y la tierra de la que sueña tu filosofía, Sébastien. No todo está en los libros. - y sin esperar respuesta, se fue.

Él se quedó extrañado, siguiendo sus pasos con la mirada mientras le daba vueltas a lo que había dicho a la vez que no podía evitar de fijarse en el cuerpo de ella, ligeramente andrógino, como su manera de ser. Y además, parafraseaba a Shakespeare.

No estaba seguro de ello, pero Sébastien tenía la sensación de que las cosas extrañas no habían hecho más que empezar.

16 de marzo de 2011

Libro de la Vida

(Book of Life, Pride of Lions)

¿Eres sólo una nota al pie
o ascenderás para llenar sus páginas?
Naciste para sacudir las eras,
empezar un nuevo capítulo en el libro de la vida.

Es cómico, es trágico.
Llegar hasta el clímax
te deja sin aliento.
Como por arte de magia, la historia se desarrolla.
Héroes y villanos,
cambios y giros que te hacen perder el hilo.
El olor de todo lo que creías era real
y cuestiona todo lo que verdaderamente sientes.
Me miro en el espejo y cada día me pregunto.

¿Eres sólo una nota al pie
o ascenderás para llenar sus páginas?
Naciste para sacudir las eras,
empezar un nuevo capítulo en el libro de la vida.
¿Eres una copia a carbón
o una dorada primera edición?
¿Eres un clásico o una novela barata?
Simplemente toma tu bolígrafo
y escribe el libro de la vida.

Contra todas las predicciones,
todo en él
lo hace más extraño que la ficción.
Nadie puede inventarse cosas así.
Ilusión, confusión.
Piensas que por fin lo comprendes
hasta que la vida te golpea con fuerza cegadora
y te lanza fuera de tu sendero planeado.
Miro en mi corazón de corazones y cada día me pregunto.

¿Eres sólo una nota al pie
o ascenderás para llenar sus páginas?
Naciste para sacudir las eras,
empezar un nuevo capítulo en el libro de la vida.
¿Eres una copia a carbón
o una dorada primera edición?
¿Eres un clásico o una novela barata?
Simplemente toma tu bolígrafo
y escribe el libro de la vida.

Arriésgate, que salgan los ojos de serpiente
mientras tu vida avanza.
Cuanto más dejamos la pluma a la fe,
más amable es la mano del destino.
Estoy mirándote directamente a los ojos,
no te gires y apartes la mirada.

¿Eres sólo una nota al pie
o ascenderás para llenar sus páginas?
Naciste para sacudir las eras,
empezar un nuevo capítulo en el libro de la vida.
¿Eres una copia a carbón
o una dorada primera edición?
¿Eres un clásico o una novela barata?
Simplemente toma tu bolígrafo
y escribe el libro de la vida.

Naciste para sacudir las eras,
simplemente toma tu bolígrafo
y escribe el libro de la vida.

15 de marzo de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (VI)

Mucho se alegró el zar al ver a Viktor, a quien dispensó una gran acogida, saliendo a recibirlo al gran patio de su palacio. Le dio las gracias por haberle traído el Caballo de las Crines de Oro, lo obsequió con un gran banquete que duró todo el día y, sólo cuando empezaba a anochecer lo dejó marchar, entregándole al Pájaro de Fuego.

Acababa de salir el sol cuando Dolmat, que estaba impaciente por estrenar su caballo nuevo, mandó que lo ensillaran y, montándose en él, salió a dar un paseo. Pero en cuanto estuvieron en pleno campo empezó el caballo a dar coces y a encabritarse hasta que lo tiró al suelo. Entonces el zar vio, con gran asombro, cómo el Caballo de las Crines de Oro se transformaba en una loba plateada que desaparecía con la rapidez de una flecha.

Llegó la Loba hasta donde estaba Viktor.

- Móntate sobre mí, zarévich Viktor y, mientras, que la hermosa Elena se sirva del Caballo de las Crines de Oro.

Entonces, lo llevó hasta donde al principio del viaje le había matado el caballo y le habló de este modo.

- Ahora adiós, zarévich Viktor. Te serví fielmente, pero ya debo dejarte.

Y diciendo esto desapareció.

Viktor se quedó desconsolado hasta que, recordando la enfermedad de su padre, retomó con Elena la bella el camino al reino de su padre. Pero, estando cerca de él, quisieron descansar al pie de un árbol. Ató Viktor el caballo, puso junto a sí al Pájaro de Fuego, se tumbó en el musgo y se durmió. Elena la Bella se durmió también cerca de él.

En tanto, los hermanos de Viktor, Dmitriy y Borislav, volvían a su casa con las manos vacías. Habían escogido en la encrucijada el camino que se veía enfrente. Bebieron, se divirtieron grandemente y ni siquiera habían oído hablar del Pájaro de Fuego. Una vez que hubieron malgastado todo el dinero, decidieron volver al reino de su padre y, cuando regresaban vieron al pie de un árbol a su hermano Viktor que dormía junto a una joven de belleza indescriptible. A su lado, pastaba el Caballo de las Crines de Oro y, también descubrieron, posado en una rama, al Pájaro de Fuego.

Los zareviches desenvainaron sus espadas, mataron a su hermano e hicieron pedazos su cuerpo.
Se desperó Elena y, al ver muerto y destrozado a Viktor empezó a temblar de miedo.

- ¿Quién eres, hermosa joven? - preguntó el zarévich Dmitriy.

Y ella le contestó:

- Soy la infanta Elena la Bella. A mi reino fue a buscarme el zarévich Viktor, a quien acabáis de matar.

- Escucha, Elena. - le dijeron los zareviches - Haremos contigo lo mismo que con nuestro hermano Viktor si te niegas a decir que fuimos nosotros los que te rescatamos de tu reino, lo mismo que al caballo y al pájaro.

Temió Elena la muerte y prometió decir todo lo que le ordenasen. Entonces, los zareviches Dmitriy y Borislav se dirigieron, junto con el caballo y el pájaro, al palacio de su padre, alabándose ante la gente de su arrojo y valentía. Los zareviches estaban satisfechísimos, pero la hermosa Elena lloraba incesantemente, el Caballo de las Crines de Oro caminaba con la cabeza tan baja que casi tocaba el suelo con ella, y el Pájaro de Fuego estaba triste y deslucido; tanto que el resplandor que despedía su plumaje era muy débil.

14 de marzo de 2011

Sapos Azules

¿No estás cansada de sapos
que dicen ser príncipes azules?
Con caballos blancos
que no saben montar
y espadas que no saben usar, 
te regalan los oídos
para meterse en tu cama.

No hay realeza en mi sangre,
no tengo un caballo blanco,
ni vestimentas azules.
Sólo tengo mis gastadas ropas
y una sonrisa en los labios.
Pero, si quieres, podemos
hacer un trozo del camino juntos.

Podría mentirte también
y decirte lo que crees querer oír.
Prometerte cosas que sé
que nunca cumpliré.
Pero paso, no es mi estilo.
Aprecio demasiado la honestidad
para ser otro sapo azul.

No hay realeza en mi sangre,
no tengo un caballo blanco,
ni vestimentas azules.
Sólo tengo mis gastadas ropas
y una sonrisa en los labios.
Pero, si quieres, podemos
hacer un trozo del camino juntos.

No hay realeza en mi sangre,
no tengo un caballo blanco,
ni vestimentas azules.
Sólo tengo mis gastadas ropas
y una sonrisa en los labios.
Pero, si quieres, podemos
hacer un trozo del camino juntos.

13 de marzo de 2011

Sonido de los Latidos de su Corazón

Vuelve a llegar tarde. No demasiado, pero últimamente a veces le cuesta reunir las ganas. Y eso que lo volverá a ver. Pero, aún así…

Recuperando algo de su aliento, la joven saluda al grupo. Él, con una sonrisa en sus labios, labios que ella desea besar, la saluda a su vez. Y, de nuevo, se siente extraña.

Nota como el resto del grupo les está mirando, ¿juzgando?, aunque él no parece darse cuenta. Aunque no llega a sonrojarse, nota como crece la vergüenza en su interior y dirige la mirada a otro lado.

Y cada día es lo mismo. Incluso hay días que no se atreve siquiera a hablarle. Le gustaría saber qué siente él por ella, no las habladurías que ha oído repetidas varias veces. En cuanto a ella…

Ella lo que quiere es sentir en su pecho el sonido de los latidos de su corazón.

12 de marzo de 2011

Un Tipo Diferente de Caballero

(A Different Kind of Knight, Kane)

No vas a encontrar lo que buscas
en ese pequeño mejicano.
No puedes mezclar tus lágrimas
con las de una planta de agave.
He danzado antes con él
y nunca ha sido mi amigo.

Vas creyendo en tu Lancelot,
bueno, todo es en vano.
Vas persiguiendo una valla de jardín,
siempre hay un infierno a pagar.
He conocido muchas chicas aquí
con la misma historia.
Todos ellos, chicos en esos caballos blancos
que no saben cómo cabalgar.

Pero tengo un coche afuera con suficiente combustible
para ser libre.
Tengo un leve olor a colonia barata
y trazas de gasolina.
Soy un tipo diferente de caballero.
Te encontrarás que tus cuentos de hadas son mentiras.
No tengo un caballo blanco,
pero puedes venir a dar una vuelta.

Ella dijo “Estoy cansada de vivir la vida en una libro romántico,
pienso que la caballería ha muerto.
Voy a dejar de buscar
por chicos de la tabla redonda en el caballo blanco
que no consiguen hacer la historia bien.”

Yo dije “Por fortuna
me expulsaron del trono,
deje a mi Marion
varios años atrás.
Y cambié mi escudo de armas
por una guitarra y algunas líneas amarillas rotas.”

Pero tengo un coche afuera con suficiente combustible
para ser libre.
Tengo un leve olor a colonia barata
y trazas de gasolina.
Soy un tipo diferente de caballero.
Te encontrarás que tus cuentos de hadas son mentiras.
No tengo un caballo blanco,
pero puedes venir a dar una vuelta.

Se removió un poco en su asiento,
el pensamiento de cada mirada en sus labios de abeja.
Levantó su vaso con lima y
con un beso se despidió de ellos.

Ella dijo “Prométeme quizás despacio
y júrame no hablar del mañana.
Y cuando notes que te rodeo con fuerza,
puedes dejar que el martillo caiga.”

Pero tengo un coche afuera con suficiente combustible
para ser libre.
Tengo un leve olor a colonia barata
y trazas de gasolina.
Soy un tipo diferente de caballero.
Te encontrarás que tus cuentos de hadas son mentiras.
No tengo un caballo blanco,
pero puedes venir a dar una vuelta.

11 de marzo de 2011

Lentamente

Dejo la taza de té en la mesa y vuelvo a mirarla a los ojos. Ella sonríe. Le devuelvo la sonrisa y me levanto de la silla de la cafetería, situándome a su espalda. Con la mano derecha apartó su cabello sedoso de su cuello, mientras lo acaricio con la mano izquierda. Con las dos manos a la vez, desciendo por su cuello de cisne hasta sus hombros, empezando a masajear su suave piel.

Cerramos los ojos, acompasada la respiración y, cuando volvemos a abrirlos, estamos en otro sitio. Su habitación. No he estado nunca antes, nunca la he visto, pero sé que es donde estamos. De pie, uno frente al otro. Sus manos toman mis mejillas y, mientras se levanta de puntillas, acerca mi cara a la suya, juntando nuestros labios. Me entrego al beso, acariciándola, recorriendo con mis manos su espalda, hasta llegar al final de su jersey. Con delicadeza se lo voy quitando sin dejar de besarla más que cuando se lo paso por la cabeza.

Cojos sus brazos entre mis manos y recorro, con mis dedos, la piel que ha quedado al descubierto. Tras ellos, van mis labios, besando cada centímetro de su piel. Antebrazos, muñecas, manos, dedos, la punta de sus dedos. Levanto de nuevo la vista y vuelvo a juntar nuestros labios para luego besarla en el cuello.

Lentamente y, sin apartarme, desciendo hasta sus tobillos, descalzándola y ya sin calcetines, acaricio sus delicados pies. Acariciándole las piernas al ascender, busco de nuevo el sabor de su aliento. Mis manos se detienen en su espalda, bajo la camiseta, notando su piel. Vuelvo a agacharme mientras empiezo a quitarle la camiseta. Ante mí, su vientre liso, al que cubro de nuevo de besos, dedicándome, en especial, a su ombligo. Una risa divertida que profiere mientras acabo de quitarle la pieza de ropa, señala que disfruta del juego tanto como yo. Acariciando con los labios, su pecho, su clavícula, me levanto y me sitúo detrás de ella, bajando por su espalda. Las manos primero, seguidas por los besos. Al llegar a la cintura, mis manos la rodean y van a su ombligo, mientras las suyas se apoyan en mis hombros y mis labios están pegados a su piel.

Tras unos instantes, mis dedos descienden y desabrochan sus pantalones. Mientras los voy bajando, mis labios resiguen el sendero de piel descubierta. Se acaba de quitarlos mientras, situándome de nuevo delante de ella, lleno de besos sus muslos, hasta llegar al límite de la ropa interior. De nuevo, sus manos van a mis mejillas y yo me yergo en busca de sus labios. Nos abrazamos mientras nos devoramos el aliento. Nos apretamos con fuerza, sintiendo nuestra piel. Mis manos, como si se movieran con vida propia, se lanzan a por el cierre del sujetador, desarmándolo con facilidad y acompañando el movimiento de éste. Dejándole el torso desnudo, llenándolo de besos.

Y, lentamente, vuelvo a descender, arrodillándome frente a ella, besándole de nuevo el vientre. Empiezo a quitarle la última pieza de ropa, lenta, muy lentamente. Saboreando cada segundo, degustando cada milímetro de piel ganado a la tela. Hasta que la pasión nos vence a los dos y, juntos, lo enviamos al suelo.

Sus manos cogen mi cabeza y me instan a subir de nuevo, besándome invitadora mientras nuestros cuerpos se juntan todavía más.

Despierto.

10 de marzo de 2011

Un Nuevo Sol

A veces, la vida
nos toma por sorpresa.
Sin que importen
nuestros planes o
nuestras intenciones,
cambia las cosas.

Parece que hace trampa,
que cambia las reglas
a mitad de la partida
o que mueve las fichas
cambiando el tablero.
Quizás sea lo que hace.

Hay que saber adaptarse,
evitar obsesionarse
con alcanzar algo
o a alguien en concreto.
Mantener la mente abierta
y el corazón aventurero.

Hay un refrán que dice:
“No dejes que las lágrimas
porque el sol se ha puesto
te impidan ver las estrellas”.
Y muchas de esas estrellas
son más brillantes que el sol.

9 de marzo de 2011

Sabor a Lágrimas y Sangre

La conversación queda en segundo plano mientras su mente viaja en el tiempo, motivada por las palabras de sus compañeras.

El recuerdo de un fuerte golpe lo recibe en el pasado. De su cabeza empieza a brotar un fino hilillo de sangre. Detrás de él, el impacto ha descolocado la puerta del armario. Confuso y algo asustado se tambalea en un intento de levantarse. Pero antes de que lo consiga, el hombre al que llama su padre arremete de nuevo contra él y, cogiéndole del cuello, lo golpea de nuevo contra el armario, desmontando completamente la puerta.

Tiene tan sólo cinco años y no comprende nada. No comprende el porque. Y, en lugar de amedrentarse ante la violencia, sigue preguntándole con voz rota, en busca de una razón para ese sinsentido. Pero cada vez que abre la boca para hablar, un golpe en la cara lo hace tambalear. Lágrimas producto de la impotencia, el miedo y el dolor empiezan a rodar por sus mejillas. Como si eso fuera una provocación, en lugar de detenerse el ataque, éste multiplica la intensidad.

Entonces, se abre la puerta y aparece su madre. Por fin, se cree salvado y, moviéndose y hablando como puede se dirige a ella para que detenga esa locura. Ella cruza una mirada con su marido y, sin decir nada, vuelve a salir de la habitación.

Tan sorprendido se queda él que ni siquiera nota los siguientes golpes. El de su madre le ha dolido más.

De vuelta al presente, sigue en sus labios el recuerdo del sabor a lágrimas y sangre.

25 de febrero de 2011

A Mi Manera

(My Way, Paul Anka & Frank Sinatra)

Y ahora, que el fin se acerca,
y encaró el telón final,
amigo mío, lo diré claramente,
dejaré claro mi caso, del cual estoy seguro.

He vivido una vida llena
recorrido todas y cada una de las autopistas.
Y más, mucho más que eso,
lo hice a mi manera.

Remordimientos he tenido algunos
pero demasiado poco para mencionarlos.
Hice lo que tenía que hacer
y llegué al final sin excepción.

Planeé cada movimiento,
cada cuidadoso paso en el camino.
Y más, mucho más que eso,
lo hice a mi manera.

Sí, hubo veces, estoy segura que lo sabes,
donde mordí más de lo que podía masticar.
Pero, a pesar de eso, cuando hubo dudo,
lo escupí, me encaré a todo
me planté firme y lo hice a mi manera.

He amado, he reído y llorado.
He tenido mi cupo, mi ración de pérdidas.
Y ahora que las lágrimas desaparecen
lo encuentro todo tan divertido.

Y pensar que yo hice todo eso
y debo decir que no con timidez.
Oh no, oh no, no yo.
Lo hice a mi manera.

Porque, ¿qué es un hombre? ¿qué tiene?
si no se tiene a sí mismo, no tiene nada.
Poder decir las cosas que realmente siente
y no las palabras de uno que se arrodilla.
Las pruebas muestran que aguante los golpes
y lo hice a mi manera.

Sí, fue a mi manera.

(In Memoriam David Climent)

24 de febrero de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (V)

Cuando llegaron al reino del zar Afrón, la Loba Plateada se revolcó en el suelo y se quedó transformada en la joven Elena la Bella; y mientras que Viktor se presentaba ante el zar con la fingida infanta, la verdadera se quedó en el bosque esperándolo.

Se alegró grandemente el zar Afrón al verlos llegar, e inmediatamente le dio el caballo prometido, despidiéndolo con mucha cortesía.

Viktor montó sobre el caballo, tras quitarle la brida que lo aprisionaba, llevando consigo a Elena y se dirigieron hacia el reino del zar Dolmat para conseguir la Pájaro de Fuego con el que salvar a su padre.

Mientras tanto, la Loba Plateada seguía viviendo en el palacio del zar Afrón. Pasó un día, y luego otro, y un tercero, hasta que al cuarto le pidió al zar permiso para dar un paseo por el campo. Consintió el zar y salió la supuesta Elena acompañada de damas y doncellas; pero de pronto desapareció sin que las que la acompañaban pudieran decir al zar otra cosa sino que se había transformado en una enorme loba grisácea.

Viktor seguí su camino, cuando sintió una punzada en el corazón.

- ¿Dónde estará ahora mi salvadora, la Loba Plateada?

Y, en el mismo instante, se le presento ésta delante.

- Aquí me tienes. Siéntate, zarévich Viktor, si quieres, en mi lomo.

Pusiéronse los cuatro en marcha y, por fin, llegaron al reino del dolmat. Cerca ya del palacio, habló Viktor.

- Amiga mía, óyeme y hazme, si puedes, un último favor. Quisiera que el zar Dolmat me entregase el Pájaro de Fuego sin tener necesidad de desprenderme del Caballo de las Crines de Oro. Ahora que ha sentido lo que es la libertad, no soporto la idea de que lo vuelvan a encerrar.

Tras mirarlo a los ojos un segundo, la Loba se transformó en caballo.

- Llévame ante el zar Dolmat y recibirás el Pájaro de Fuego.

23 de febrero de 2011

Lágrimas Agridulces

Tú te marchas,
a cumplir tus sueños.
Yo me quedo,
echándote de menos.
De mis ojos brotan
lágrimas agridulces.

Saben dulce pues
sé que serás feliz.
Es lo que quieres ser,
lo que quieres hacer,
y yo no quiero ser
quién te lo impida.

Saben agrias pues
yo no te sentiré a mi lado.
Cuando despierte
tu hueco en la cama
estará vacío de ti.
Sé que es egoísta
lo que siento,
pero aún así es verdadero.

Un aeropuerto donde
tanta gente se reencuentra,
pero nosotros nos despedimos,
quizás para siempre.
No hagamos promesas vacuas,
que no podemos cumplir.
Simplemente quiero estar
con mis lágrimas agridulces.

22 de febrero de 2011

Ecos de Pisadas Etéreas

Con paso lento, subo las escaleras. Me siento cansado, mucho. Agotado, en realidad. Pero no puedo detenerme, quedarme sin actuar. La verdad es que nunca se me ha dado bien lo de quedarme quieto, esperando que otros hagan el trabajo y resuelvan los problemas.

Es sólo que, hay momentos, como ahora, donde la carga parece excesiva, donde aparecen las dudas y, no sin algo de amarga malicia, una parte de mí se cuestiona el porqué de mis acciones. ¿Por qué no hago como el resto de gente y me quedo sentado esperando que alguien se haga cargo de la situación? Sonrío cuando estos pensamientos cruzan por enésima vez mi mente. La respuesta es simple, muy simple. Lo hago porque así es como soy, y aunque a veces no puedo evitar desear no ser así, la verdad es que me gusta.

Sólo que, en momentos como éste, desearía tanto tener alguien a mi lado que me ayudase a compartir esta pesarosa carga. Alguien en quién poder confiar mis sueños y mis pesadillas, mis ilusiones y mis miedos. Supongo que nunca he dejado de ser un soñador iluso.

Ante este pensamiento, vuelvo a sonreír, con cierta amargura, mientras recorro el pasillo, imaginándome a esa compañera junto mí, oyendo los ecos de pisadas etéreas.

20 de febrero de 2011

Estampida

(Estampida, Mikel Erentxun y las Malas Compañías)

Dejo encendido el televisor
desde que empieza a anochecer
hasta que araña nuevamente el sol,
el objetivo es no pensar,
no pensar en ti,
ni un segundo en ti,
verte dormir
y no pensar en ti.

He encontrado un buen lugar
en la oscuridad.

Viejas series de reposición,
horas de publicidad,
el insomnio es un documental
sobre la caza mayor.
Ella se alejó
y yo me alejé
sin movernos de aquí.
He encontrado un buen lugar
en la estampida.
En la estampida.
Estampida…
Estampida…

19 de febrero de 2011

La Historia del Zarévich Viktor (IV)

No sabemos lo que duraría este viaje, pero sí que, al fin, se paró la gran Loba frente a una gran verja dorada que cercaba el jardín del palacio donde vivía Elena la Bella. Al detenerse, habló así a Viktor.

- Esta vez, voy a ser yo quien haga todo, zarévich Viktor. Espéranos a la infanta y a mí en el prado, al pie del roble verde.

Viktor obedeció y la Loba saltó por encima de la verja, escondiéndose entre unos zarzales.

Al atardecer, salió Elena la Bella al jardín para dar un paseo acompañada de sus damas y doncellas, y cuando llegaron junto a los zarzales donde estaba escondida la Loba Plateada, ésta les salió al encuentro, cogió a la infanta, saltó la verja y desapareció. Las damas y las doncellas pidieron socorro y mandaron a los guardianes que persiguieran a la Loba Plateada. Ésta llevó a la infanta junto a Viktor.

- Móntate, zarévich Viktor. Coge en brazos a Elena la Bella y vámonos en busca del zar Afron.

Viktor, al ver la sonrisa inocente que se dibujaba en el rostro de Elena mientras cruzaban velozmente prados y bosques, se le desgarraba el corazón al pensar que tenía que dejársela al zar Afrón, y sin poderse contener rompió en amargo llanto.

- ¿Por qué lloras? - le preguntó entonces la Loba Plateada.

- ¿Cómo no he de llorar si para salvar a mi padre tengo que quitarle la libertad a Elena ahora que empieza a disfrutar de ella?

- Pues escúchame. - le contestó la Loba - Me transformaré en ella y tú me llevarás ante el zar. cuando recibas el Caballo de las crines de Oro, márchate inmediatamente con ella. Y, cuando pienses en mí, volveré a reunirme contigo.